22 mayo, 2012

La artista alemana Rosemarie Trockel (Schwerte, 1952), presenta en el Museo Reina Sofía su particular asociación entre objetos, ideas y autores hasta conformar un 'cosmos' heterodoxo en el que caben cerámicas cuadros tejidos y piezas confeccionadas en lana, además de sus "books drafts" o cuadernos de notas y otras clases de documentos.

 La obra de Rosemarie Trockel (Schwerte, 1952) es pura heterodoxia. La polifacética artista alemana lleva más de tres décadas explorando todas las posibilidades creativas sin acomodarse a ningún patrón estético, escuela o ismo. Fruto de esta solitaria aventura es una de las obras más singulares e inclasificables del arte europeo del último medio siglo. Una compleja singladura que el museo Reina Sofía recorre ahora en la exposición 'Un cosmos'. Reúne casi centenar y medio de las heteróclitas piezas de Trockel confrontadas a otro medio centenar largo de obras un puñado de artistas excéntricos de muy distintas épocas e intereses pero tan solitarios y raros como ella. Creadores singulares, 'outsiders' de ayer y de hoy, elegidos por Trockel en función de la afinidad y la sintonía emocional que evidencian las propias piezas.


 Espíritus afines
El título que ha dado a esta gran retrospectiva lo toma Torckel del ensayo que el gran naturalista Alexander von Humboldt (1769-1859) dedicó al descubrimiento de América y que tituló 'Kosmos'. "Al atribuir Humboldt el mérito del descubrimiento a Colón, se fundamenta en el argumento del progreso, como resultado del conocimiento acumulado" se justifica Trockel.
 Admiradora de la independencia y lo intrépido de sus estudios, sitúa Trockel la figura de Humboldt junto a otros autores que considera "espíritus afines". Presta así atención a artistas poco reconocidos, por empatía con la franqueza e inventiva con que estos abordan cuestiones compartidas por ella misma. Sea en la disciplina que sea, o por causas autónomas, estos inconformistas aportan modelos de dedicación desinteresada a la creación compatibles con su propia aventura plástica.

Son artistas autodidactas y atípicos como James Castle -analfabeto y sordo de nacimiento-, Morton Bartlett -creador secreto de inquietantes muñecas de scayla- o el espalol Manuel Montalvo -obsesivo y solitario grafómano-, que trabajaba como los demás en absoluto anonimato. Solitarios que se sirven de materiales humildes con la máxima economía de medios y comprometidos con la búsqueda de una visión singular, como Judith Scott (1943-2005), que aquejada de síndrome de Down y sordera elaboraba sus obsesivos atadijos de lana que hoy se reparten por museos de medio mundo.

 Trockel confronta sus propias obras con los 'artefactos' de estos raros creadores que en muchos casos cuestionan la misma esencia del arte. Muchos de los 'artefactos' de la exposición provienen del ámbito de la historia natural, como las acuarelas de María Sibylla Merian (1647-1717) sobre ciclos metamórficos entomológicos o trabajos del botánico español José Celestino Mutis (1732-1808), cuyos estudios nunca publicados convenietemente postergan su reconocimiento. También las fieles réplicas en cristal, de flora e invertebrados marinos desarrollados a finales del siglo XIX por la familia Blaschka -delicadas piezas que servían de modelo de investigación a naturalistas aficionados y profesionales-, o el 'teléfono blanco afrodisiaco' creado por Salvador Dalí en 1936.

Son todos personajes históricos mucho más valorados hoy por sus cualidades estéticas y por la curiosidad que despierta su obra que por su aportación en diversos campos científico y a los que Trockel tiene por seres ejemplares e inspiradores de su trabajo.

Rosemarie Trockel
Figura clave del arte contemporáneo alemán, Rosemarie Trockel (n. 1952) irrumpió en una escena artística ampliamente dominada por grandes figuras masculinas hacia fines de la década del ’70, que incluía a Anselm Kiefer, Martin Kippenberger, Sigmar Polke, y Gerard Richter, entre otros. Desde temprano, en compañía de Mónica Spruth, primero colega artista y luego su galerista, se interesó en el lugar de la mujer tanto en el mundo del arte como en la vida cotidiana. Frecuentemente viajaban a Nueva York, ciudad en la cual la mujer artista cobraba una voz cada vez más vigorosa, como en los casos de Barbara Kruger, Jenny Holzer, o Cindy Sherman, todas notoriamente activas y visibles.


De imagen en imagen, Trockel transmuta al hombre en mono, al mono en hombre, al hombre en celebridad o incluso en monstruo o en animación. Es notorio el caso de su video Buffalo Milly + Billy (2000), donde no sólo se da un fluir de irónicos hombres-monstruos cuyos disfraces remiten al mundo infantil (o incluso primario), sino que aquí el dibujo se superpone al video convirtiendo a la filmación en una fascinante animación. Este constante devenir, tanto del hombre como del medio utilizado, refieren a la imposibilidad de establecer con certeza una identidad fija.


 Trockel se resiste al dogma, en todas sus variantes, cuestionando preconceptos y lugares comunes. Entre sus exploraciones, cuestiona fervientemente dos situaciones: las categorías legitimadoras del sistema del arte, y los estereotipos construidos en torno a lo femenino.

En sus numerosos dibujos, Trockel invalida la noción de estilo, al proponer giros entre uno y otro, al pasar del comic al documento a la ilustración, o de la pincelada suelta al puntillismo. Así se niega a ser encasillada en una caracterización estática que pueda ser legitimada. Pero asimismo, en su Máquina de Pintar (1990), Trockel cuestiona los mecanismos de autoría en la pintura. Con su marco de hierro del cual cuelgan numerosos pinceles realizados con cabellos de sus colegas artistas – cuyos nombres aparecen identificados- la Máquina de Trockel produce dibujos que contienen las marcas de ocho pinceles / cabellos en simultáneo. Así debate irónicamente la noción de “marca de autor” en tanto instancia legitimadora del arte, mientras establece la paradójica posibilidad de la obra grupal bajo su propia autoría.

A través de la referencia a la máquina, Trockel cuestiona la situación de la mujer en el arte y en la vida cotidiana. Pues la artista constantemente revierte los preconceptos de lo mecánico como masculino, y lo artesanal como lo femenino, cuando en sus obras propone cruces entre estos conceptos usualmente disociados. Por ejemplo, sus Pinturas tejidas están realizadas mecánicamente a partir de un diseño digital.

Así, Trockel une el tejido típicamente asociado al mundo de la artesanía femenina, con la máquina, aquella instancia asociada al trabajo del hombre. Y postula la posibilidad de una mujer conceptualizada desde el mundo del trabajo.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Copyright 2010 Por si las dudas (JSs' G.).

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.