08 mayo, 2012


"Mi intuición me dice que, si se lograra dotar al excremento humano de la fluidez de la miel, la vida del hombre se prolongaría, dado que el excremento (a juicio de Paracelso) es el hilo de la vida". Dalí


Muchos ignoran, que algunos personajes del arte en su momento manifestaran ciertas inclinaciones escatológicas en su trabajo o en sus ideas a lo largo de su carrera como artistas, consiguiendo mirar en aquellos desechos orgánicos de nuestros cuerpos, un producto manifiesto de orden supremo que provenía, mucho más allá de las puras necesidades fisiológicas del hombre; quizás por irreverencia, por mero sentido de irrupción; quien sabe si solo por agregar un toque de juerga o travesura a las extrañas sacralizaciones que se hicieron, por parte de los admiradores, de todo su trabajo y hasta de su persona, como artista. Y no es un asunto propio de estos últimos tiempos, el tomar un tema tan reprimido moralmente, y que además se le cataloga de impúdico, toda referencia directa que se haga sobre este asunto en público, volviéndose un contenido de blasfemia moral en nuestra cultura occidental.
Nuestra historia tiene muchos antecedentes en relación al tema, y en donde las consideraciones morales eran muy distintas, en algunos casos por ejemplo, se hacían asociaciones directas con el mineral más preciado por el hombre, como lo es el oro. Los aztecas por ejemplo concebían el oro como el excremento del sol –el sol era para ellos una divinidad- cito: "cuando el astro la expulsa, la energía solar se solidifica en metal resplandeciente. Residuo digestivo, desecho, inmundicia, se sacralizan". Otra analogía de este desecho orgánico se da en la antigua Babilonia, donde una inscripción calificaba al Oro como el "excremento del infierno". Y de la misma manera, una importante tradición cristiana consideraba al oro como el "estiércol de Satanás", mostrando entonces, una especie de analogía dialéctica entre el oro y el estiércol. 

Más adelante, en el psicoanálisis, la aparición de las heces se asocia e interpreta directamente con el dinero, mientras que en algunas supersticiones populares, es común que el hecho de pisar realmente excremento se convierte en un presagio de buenaventura. Así mismo como el estiércol es utilizado como abono para hacer la tierra más fértil, y por lo tanto, esta relacionado con el crecimiento y con la generación de una nueva vida. Quizás de ahí provenga la frase de Reverón “yo pinto con amarillo y mierda”, ¿quería entonces dar a mostrar el pintor de la luz, su estrecha relación directa con la tierra, o su estrecho apego por las ideas de buenaventura que se asocian con el excremento?

El pintor Dalí fue uno de los artistas que ha hecho mayor énfasis en el tema, no solo en su obra plástica sino en su obra literaria. Este primordial interés le valió algunos problemas con Bretón, cabecilla del grupo surrealista, y quien lo expulsó de dicho grupo. Sin embargo Dalí mantuvo su inmenso afán de rescatar sus aficiones por el excremento como símbolo real de porquería y riqueza: “nada puede convencerme de que esa cruel putrefacción del burro sea otra cosa que el reflejo duro y deslumbrante de nuevas piedras preciosas. Y no sabemos si detrás de los tres grandes simulacros, la mierda, la sangre y la putrefacción, no se oculta la deseada “tierra de tesoros”.

Dalí parece darle esa aura de riqueza al excremento comparándole directamente con el oro, como planteábamos anteriormente con respecto a los aztecas y cristianos, sin embargo, de una manera completamente distinta, ya que el artista además se empeña en dignificar la inmundicia al tratarla como presagio de buena fortuna. No obstante el oro ya no solo es símbolo de riqueza material, sino también de creación artística y de riqueza espiritual. Y es aquí donde el artista entronca y asocia el oro con el excremento, y por un proceso de transmutación alquímico y a través de la aplicación de su método paranoico-crítico convierte la mierda en oro. "Mi intuición me dice que, si se lograra dotar al excremento humano de la fluidez de la miel, la vida del hombre se prolongaría, dado que el excremento (a juicio de Paracelso) es el hilo de la vida, y cada interrupción, o pedo, no es otra cosa que un minuto de la vida que se desvanece. Es el equivalente, en el tiempo, del golpe de tijeras de las Parcas, quienes también cortan el hilo de la existencia, lo hacen pedazos y lo utilizan. La inmortalidad temporal debe buscarse entre los desperdicios, entre los excrementos, y en ninguna otra parte. Y, puesto que la mayor misión del hombre en la tierra es la de espiritualizarlo todo, es el excremento en particular el que está más falto de esta virtud. Por eso precisamente abomino siempre más de todas las chanzas escatológicas y de todas las formas de frivolidad en esta materia. Al contrario, estoy asombrado de la poca atención filosófica y metafísica de que el espíritu del hombre ha dado prueba con respecto al tema trascendental de los excrementos" 




JSs' G.

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