La colección de arte de un museo siempre tiene algo de mapa inacabado. Y su exhibición, una sucesión de miradas que se complementen. O se superpongan. O se nieguen. Hay algo de capricho en el porqué se cuelgan unas piezas y se 'apartan' otras. Pero cabe siempre la capacidad de corregir, de recuperar, de releer. Es lo que ha hecho el director del Museo Reina Sofía en el reestreno del espacio denominado 'Colección II', en la cuarta
planta del centro, y que tiene como lema '¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945-1968)', que reúne los lenguajes que desde el margen del realismo suceden al totémico expresionismo abstracto estadounidense. Donde se muestran Las incorporaciones recientes, que han sido el fruto de compras, donaciones o depósitos En estas incorporaciones, cifradas en torno al medio centenar, se encuentran piezas de artistas como Télémaque, Rabascall, Oldenburg, Martial Raysse o Richard Hamilton.
planta del centro, y que tiene como lema '¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945-1968)', que reúne los lenguajes que desde el margen del realismo suceden al totémico expresionismo abstracto estadounidense. Donde se muestran Las incorporaciones recientes, que han sido el fruto de compras, donaciones o depósitos En estas incorporaciones, cifradas en torno al medio centenar, se encuentran piezas de artistas como Télémaque, Rabascall, Oldenburg, Martial Raysse o Richard Hamilton.
La primera ordenación de esta parte de la colección que desarrolló Manuel Borja-Villel en octubre de 2010 pasó de largo por algunos de los artistas que confeccionaron el pulso del realismo crítico en España: Juan Genovés y Darío Villalba, entre otros. O mantenía en un territorio confuso el trabajo de un 'extranjero de sí mismo' como Luis Gordillo. Aunque sí contemplaba la aportación desde el exilio de la obra de Eduardo Arroyo. Un año y medio después de aquella presentación, y quizá tras escuchar lo sonoro de algunas ausencias, la dirección del museo ha repensado esta 'caligrafía' del arte de posguerra y, en un gesto de 'freno y marcha atrás', ha restituído a algunos ausentes. El resultado: una nómina más amplia de creadores españoles cuyos trabajos están integrados en las corrientes principales del arte de los años 50, 60 y 70.
¿Hay algo de restitución en esta nueva manera de articular la colección? "La historia nunca es neutra. Y cuando se establecen cánones, menos, pues se favorece a unos artistas sobre otros", sostiene Manuel Borja-Villel. "Lo que hemos hecho en los espacios recuperados de la cuarta planta del edificio Sabatini es abordar los realismos desde tres ópticas: los que tienen que ver con lo teatral y el 'performance', los de la Nueva Figuración y los que se vinculan al existencialismo, hasta ahora no representados en el museo". En esta línea se incardina, por ejemplo, Darío Villalba, 'rescatado' con dos piezas de su excelente serie de los 'Encapsulados', por la que recibió el Premio Internacional de la Bienal de Sao Paulo en 1973.
El director del Reina Sofía sostiene que esta muestra no da por cerrada la colección del museo sino que Cada cierto tiempo hay que ir completando la historia del arte. "Es lo que pretendo hacer. Crear un gran mapa con las cientos de líneas que se cruzan en él. Ahora estoy trabajando en la parte que abarca los años 80 y 90. Y también en la de los años 30, que fue la primera que se mostró".
Así que el Reina Sofía restituye, pero no se detiene.
Así que el Reina Sofía restituye, pero no se detiene.
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