05 mayo, 2012
Son 18 personas tendidas en el suelo. No descansan; estudian. Inspiran, exhalan, inspiran, exhalan con fruición. Rotar la pelvis al mismo tiempo esa es la consigna que han recibido de la experimentada bailarina Lola Lince, quien desde el pasado 30 de abril y hasta el día de ayer impartió en Guadalajara un taller de danza experimental, en el salón de ensayos del Estudio Diana.
Lola Lince está parada y es la única que toma la palabra. Los tendidos en el suelo gimen al ritmo de sus exhalaciones. El aire que entra por sus narices debe ser enviado al vientre, al plexo solar. Aprenden a controlar la respiración y encausarla por todo su cuerpo.
El lugar es frío, pero no impide que los aprendices de Lince suden. Las gotas, productos del esfuerzo físico, han salpicado la frente de cada uno de los bailarines –profesionales, novatos y aficionados- que acudieron a exprimir los conocimientos de la maestra.
Durante tres años, Lola Lince se ausentó de Guadalajara. Recién retornó hace apenas una semana para estrenar su producción "Apuntes de viaje", y de paso, celebrar 20 años de éxito de su compañía de danza experimental nacida en la Perla Tapatía en 1992.
Han transcurrido 26 minutos de lo que es la penúltima clase del taller que inició a las 10:00 horas. Un teléfono celular timbra al interior de un zapato que también está tirado en el piso junto a un par de blusas, pantalones y maletines a la entrada del salón de ensayos.
Los aprendices se despojaron de los ajuares pesados y los cambiaron por cómodas prendas: mallones, shorts, pants y camisetas -que en su mayoría desnudan los hombros- para tener más flexibilidad y libertad de movimientos.
Una alumna ha llegado tarde, pero como no es la escuelita, pues nadie se inmuta. Se incorpora de inmediato al ejercicio. Se recuesta y extiende los brazos a la altura de sus hombros; Lince le corrige la postura de las rodillas, más como gesto de integración.
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Con un lenguaje técnico y otras veces metafórico, propio del quehacer dancístico, la maestra y pionera de la danza experimental en Guadalajara le dice a sus pupilos que deben realizar el “muelleo” en la espalda y liberar al cuerpo; deben conectar las palmas al torso y hacer girar armoniosamente la cabeza en su propio eje, y viceversa.
Atenta, Amanda Morales realiza cada movimiento que ejemplifica Lince. La bailarina ha viajado desde Puerto Vallarta exclusivamente para el taller y llevar sus nuevos conocimientos al grupo Versus Danza Teatro, que dirige en la costa jalisciense. Está emocionada pues esto “reafirma la exploración que he seguido durante años en el cuerpo, la danza y lo que quiero como bailarina y creadora”.
Lola Lince habla del rostro y la importancia que éste tiene cuando se danza. Los gemidos no han cesado, y ahora la lengua se asoma de entre los labios; hay que gesticular. Abrir y cerrar los ojos emulando a la Luna creciente y llena.
La experta Lince mantiene el discurso de su técnica: “encontrar un ritmo orgánico”, mientras sus aprendices siguen tendidos y mueven las piernas como si trataran de embarrar las plantas de los pies al suelo, como si fuera mantequilla.
“Regrésenle a los hombros su extensión natural”, instruye Lince; los alumnos se predisponen a colocarse bocabajo e imaginan estar dentro de un círculo donde su cuerpo es el eje. “Explórenlo, es su espacio”.
Los movimientos de pelvis continúan. Lince los motiva a perfeccionarlos imaginando que cada punto extremo de los huesos iliacos de la cadera pinta en el suelo algunas “huellitas” de color.
Paulatinamente, los cuerpos de los ahora 19 alumnos se levantan hasta quedar medio sentados para mover los brazos como si fueran espadas. “Hagan vivir a sus manos. Dedo por dedo. Para eso trabajan el cuerpo, para ser un instrumento”. Se sientan sobre las rodillas como samuráis. Lince corrige a los de postura errónea para evitar lesiones y continuar en un movimiento similar al lomo de un potro.
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Es tiempo de un breve descanso para hidratarse y estirar –aún más- los músculos que durante hora y media han trabajado. Lince se dice satisfecha, en total 20 bailarines (18 mujeres y dos hombres) acudieron al taller. Está contenta de regresar a Guadalajara y rencontrarse con un público que ya añoraba.
Vestida de blusa y pantalón negro, Lola Lince recuerda su andar dancístico y afirma seguirá compartiendo sus conocimientos a las nuevas generaciones y a cualquier deseoso de la danza.
Ahí está la escultora María Elena Jasso, quien a pesar de no tener un entrenamiento físico de bailarín acudió al taller por el simple gusto de bailar: “Me pone en un estado de gozo, y tenía la inquietud de explorar más mi expresión a través de otra herramienta tan diferente. Lola llamó mi atención por su propuesta de búsqueda, y yo en la escultura también he caminado así”.
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Lola Lince retoma la clase. Forma grupos de bailarines para que expongan un acto de improvisación con movimientos lentos y rápidos. Laura, Casandra y Jairo son los primeros. Después Santiago, Marcela y Norma, y así sucesivamente.
Al término de cada muestra, Lince intercambia opiniones de las sensaciones que causaron los movimientos de sus compañeros. Explicó la intención de la lentitud y rapidez, de hacer elástico al cuerpo al compás del silencio, pues los alumnos han bailado sin música; así como de la naturaleza del movimiento y la respiración como eje central de la organización de energía que se expide al hacerlo.
Santiago Cumplido, cantante de ópera, bailó y sorprendió. Es un iniciado en la técnica de la danza butoh, pero sus conocimientos de música le permiten armonizar sus movimientos al compás de los silencios y su respiración.
Lola Lince está por concluir la clase tras casi cuatro horas de trabajo en técnica y composición en el escenario. El tiempo se ha esfumado y la maestra recalca que lo importante de la danza es dejarse llevar, y enamorar al espectador, engancharlo y sujetarse a éste. Agradecerle, pues el público es el reflejo del sentimiento que se ha imprimido en el acto.
Casandra Espinoza es bailarina de danza contemporánea y recién egresada en la Licenciatura de Artes Escénicas de la Universidad de Guadalajara. Conoció el trabajo de Lince por sus maestros y quedó fascinada pues “Lola traslada la danza a otras magnitudes”.
Acudió al estreno de Apuntes de viajes y le sorprendió el notar la ausencia de demás colegas y estudiantes de las artes escénicas para “que su panorama de lo que es danza contemporánea se abriera, desafortunadamente hay como una especie de cliché para hacer danza”.
FRASE
"La danza experimental es terreno fértil para ir a la escucha atenta de nuestros cuerpos.
Nuestros cuerpos-consciencia.
El cuerpo es consciencia en y a través de la cual nosotros existimos.
Para honrar y abrazar este hecho se danza.
Se dignifica al cuerpo que somos y se generan otras relaciones con el espacio que nos contiene, con el entorno, con la tierra y el cosmos"
Lola Lince,
bailarina.
fuente: El INFORMADOR
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