28 mayo, 2012


“Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación, desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética- y tal vez una estética- para nuestro afán desaforado y legitimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas. Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora, que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del Coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños.” G. García Márquez.

Arthur D. Efland -en su libro Una Historia de la Educación Del Arte- manifiesta que "la enseñanza de las artes visuales viene asociada a ciertas tendencias elitistas. Muchas escuelas contemplan las artes como materias especiales reservadas a unos pocos dotados de privilegios o talentos especiales". 

El tema de la educación, es sin duda parte fundamental de toda la problemática en el desarrollo de la sensibilidad artística del hombre. En nuestro sistema educativo encontramos una serie de dogmas que refuerzan posturas deterministas en el ser humano, uno de los principales es la estática idea de que el artista nace, no se hace, y es por ello que la enseñanza, tanto en colegios, como en instituciones de educación superior, va dirigida solamente a los aspectos técnicos y la acumulación de conocimientos históricos por parte del estudiante.

De las artes se espera, sobre todo en los ámbitos educativos, que sean espacios reservado a la creatividad, pero también es común que se les considere, un lujo o un saber inútil e innecesario. Paul Auster (escritor, guionista estadounidense): sostiene "que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos". Además "El mundo sólo cobra sentido cuando lo interpretamos, y quizá nadie trabaje tanto como los artistas para interpretarlo, entenderlo y experimentarlo en toda su complejidad. 

Herbert Read (crítico de literatura y arte) Entiende el arte como “un modo de integración -el modo más natural para los niños- y como tal, su material es la totalidad de la experiencia. Es el único modo que puede integrar cabalmente la percepción y el sentimiento”. Y considera que "la experiencia, es memorable y utilizable en la medida que toma forma artística. Es que la finalidad del arte en la educación, debería ser idéntica a la finalidad de la educación misma" afirma. 

En una entrevista, le preguntaban a Alejandro Jodorowsky (cineasta, escritor y artista chileno) lo siguiente: -Baile, cine, teatro, poesía, cómic, novela… El artista polivalente ¿nace o se hace? El respondía que: "Primero nace y después se hace. Como el alma. Gurdjieff, que era un místico de principios del siglo pasado, decía que el ser humano no nace con alma, sino con la semilla del alma y, después, a lo largo de la vida, tiene que desarrollarla. Si no, muere como un perro". 

El desarrollo artístico -afirma Juan Wolfgang Cruz Rivero autor del libro "Modernidad e industria de la Cultura"- es la expansión de la conciencia hacia los reinos más sutiles, hacia la comunión con lo universal. Si el arte no es sostenido por lo espiritual será rebajado y degradado a uno de los tantos productos inútiles que encontramos en la actualidad. 

El arte es, en todo caso, un aspecto central de la vida de los hombres, y ocupa un lugar en la experiencia pública que todos tenemos de nuestra propia cultura de referencia. "El arte y el hombre son indisociables. No hay arte sin hombre, pero quizá tampoco hombre sin arte. Por él, el mundo se hace más inteligible y accesible, más familiar. Es el medio de un perpetuo intercambio con lo que nos rodea, una especie de respiración del alma, bastante parecida a la física, sin la que no puede pasar nuestro cuerpo. El ser aislado o la civilización que no llegan al arte están amenazados por una secreta asfixia espiritual, por una turbación moral, dice René Huyghe (Tratadista de arte francés, 1962).


Redactado por JSs' G.
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