Desde las últimas décadas del siglo XX, las prácticas artísticas han reconfigurado sus significados, tanto como sus espacios de desarrollo o exhibición. Al romper la barrera que existió durante muchos años entre el arte y la vida, la estética posmoderna dio paso a una contemporaneidad que utiliza nuevos instrumentos y plataformas para expresar sus inquietudes o, simplemente, manifestarse.
Del trabajo del brasileño Marlon de Azambuja podremos apreciar propuestas como su serie Potencial escultórico, donde el marcado interés del creador por las intervenciones en estructuras arquitectónicas o en el mobiliario público nos inclina a plantearnos interrogantes sobre sus verdaderas intenciones: ¿qué significados encierra su obra? Elena Vozmediano (Crítico de arte contemporáneo) subrayó una inevitable conexión, aunque con las debidas diferencias, entre las acciones realizadas por de Azambuja en los espacios públicos y los célebres envolvimientos de Christo. En su ultima muestra durante la Bienal de la Habana 2012, se pudo observar cómo este artífice colocó cintas adhesivas sobre disímiles objetos o conjuntos de los paseos citadinos; el procedimiento de embalaje temporal de lugares o monumentos lo relaciona directamente con el artista Christo, quien utilizaba tela u otros materiales para «empaquetar» edificios o cubrir extensas áreas. La presencia del envolvimiento, en el caso del búlgaro, o de la cinta adhesiva en la obra del brasileño, opera con el cambio de visualidad del entorno y provoca una nueva apreciación de él. Al ofrecer estos nuevos puntos de vista Marlon de Azambuja desafía al espectador con la ambigüedad como esencia y estrategia de la sensibilidad postmoderna; así diría la Doctora María Elena Jubrías (autora del libro "Ver y comprender las artes plásticas").
La estética de este autor se encuentra encaminada hacia la reflexión; sus intervenciones son pretextos para llamar la atención sobre determinados aspectos, tal vez sobre la inacabable polémica sobre arte, su capacidad transformadora y el valor de su interacción con los que asisten a ella. Cabe destacar que el trabajo de este artista no se limita a las exhibiciones que realiza en las calles. Sin cambiar su lenguaje expresivo, crea dibujos, esculturas y grandes instalaciones que se exponen en galerías, y que siempre articulan un discurso en torno a la apropiación del espacio como elemento fundamental, y sobre los conceptos visuales y estéticos que circulan socialmente. «Me interesan los límites, las fronteras, la arquitectura, las estructuras, la escultura pública, la pintura, el dibujo y la subversión» dice Azambuja. Y es que sus cuestionamientos se expanden hacia las demarcaciones que las diversas prácticas artísticas han ido cruzando desde la segunda mitad del siglo XX, al redefinir las normas que conforman la institución Arte, y poner de relieve nuevas perspectivas e interpretaciones de la realidad. «La obra de Marlon de Azambuja es una suerte de acertijo cuyo autor ha olvidado la solución o, peor aún, ha concebido sin preocuparse por ella, solo para divertirse imaginando cómo el espectador se rompe la cabeza hasta caer en la cuenta de que no solo ignora la respuesta sino que ni siquiera puede estar seguro de que haya pregunta», expresa el crítico Mariano de Santa Ana. A través de una mirada idílica, inspiradora y, a la vez, irónica y tentadora, el brasileño defiende una manera muy personal de expresarse y transformar el ambiente o nuestras ideas sobre él.
El interés de Marlon de Azambuja por los espacios y las estructuras arquitectónicas, como tema privilegiado de reflexión estética y de intervención artística, se conjuga con una visión generalmente crítica del sistema del arte (o por lo menos de ciertas actitudes de quienes dirigen las instituciones dominantes) que es fruto de su íntima creencia en el poder transformador del arte y de la necesidad de una relación directa y espontánea entre este último y el espectador. A partir de una mirada poética e irónica, el artista brasileño ha ido forjando a lo largo del tiempo una manera muy personal de intervenir en los espacios públicos, a través de la resaltación efímera de los aspectos morfológicos del mobiliario urbano o de otros elementos del panorama metropolitano.
En los trabajos fotográficos basados en intervenciones con cintas adhesivas de color sobre ángulos o fragmentos del mobiliario de las ciudades, podemos apreciar como reformulan nuestras rutinarias apoyaturas visuales, generando una imagen que interrumpe el gris de topología urbana. En sus obras puede reconocerse el hilo conductor de una búsqueda de las virtualidades preexistentes en los espacios y en los objetos. Estos “potenciales escultóricos”, contenidos en las “especies de espacios” que sugería Georges Perec, son capaces de transformar nuestra mirada sobre lo cotidiano y ofrecer una fuga hacia la recreación imaginaria de las cosas.
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