12 junio, 2012

“…los objetos siempre han sido considerados un universo inerte y mudo, del que disponemos con el pretexto de que los hemos producido". J. Baudrillard


El urinario de Duchamp.
En mis comienzos de estudio en la universidad solía escuchar muy seguido de mis colegas y profesores, distintos sinónimos para referirse a la obra que realizaban, y de cierto modo influía en ellos su postura y posición ideológica con respecto al arte. Unos defendían el término "propuesta plástica", otros el termino "poéticas personales o individuales", otros "dispositivos", otros que no necesitaban ahondar mucho en estos conceptos, se jactaban por llamarlas "obras de arte". Lo cierto es que cada una de estas palabras conllevaba a una visión muy particular del -aún orgánico y controversial- concepto del arte, restringido y reducido al simple hecho del "objeto artístico".

Reproducción de la obra de
Andy Warhol.
Hoy en cambio luego de haber pensado acerca de todos estos adjetivos, me he limitado a pensar el arte como una manera a través del cual gestamos códigos renovados para que sean asimilados culturalmente, con el fin no solo de definir nuestro tiempo, sino de engendrar una nueva -y muy particular- manera de ver el mundo. Esto no es un invento mio, los artistas conceptuales de finales del siglo pasado se planteaban las mismas concepciones, asumiendo la premisa de que el arte, además de propiciar escenarios sensibles, debía promover la reflexión y la comunicación de nuevos enfoques y perspectivas a nuestra sociedad. 

Carabela de diamantes de Hirts- valorada
 en 72 millones de euros.

Si partimos bajo la afirmación de que toda representación -que es percepción del mundo- exige un objeto, y de que  "la nada" no se percibe, ni se concibe, podemos entender la voluntad humana que circunscribe a la creación del objeto artístico. Un objeto artístico como fenómeno, manifiesta ideas y/o conceptos. A diferencia del arte clásico que reflejaba ideas, desde finales del siglo XIX el arte moderno y post-moderno expone conceptos, eliminando la idea y solo quedándose con el  análisis del devenir, el suceso físico. El arte comenzó así, a ocuparse entonces de los elementos que componen la obra: la materia, la técnica y la figura que analiza en cada caso mediante estudios distintos. En el caso de la materia uno de los estudios se ha reservado la denominación de arte conceptual, lo que no quiere decir que los demás no lo sean. Es un término para una designación aunque más adecuado resulta el de arte objetual.

El grito de Munch, obra vendida por unos
 120 millones de dolares
Sin embargo, pensar el arte como "dispositivo activador", conlleva a delimitar y reducir el arte a un ámbito solo de comunicación. El arte nunca es directo, nunca ha habido alguna manifestación artística que logre posicionarse en la cúspide de la creación por el hecho de comunicarnos algo en específico. En cambio el valor que tiene una verdadera obra de arte radica en su polisemia, en su multiplicidad de significados, que dependen de la interpretación particular de cada espectador.

Una de las razones, es que el  arte aún hoy día, es tan maleable conceptualmente, que abre la posibilidad para que cada artista pueda jugar con las teorías que están relacionadas con el producto de su quehacer plástico. Por eso en muchos países la producción de objetos artístico está muy necesitada del papel que juegan los curadores y críticos de arte. Aunque debo recalcar que la exposición teórica realizada por cualquier particular puede ser objeto de errores de interpretación, ya que ese mismo carácter de amplitud que conlleva el arte, permite la entrada a la subjetividad.

Maquina de hacer Heces- Devolye

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