21 julio, 2013

Desde que fueron exclamadas aquel domingo 09 de diciembre del 2012 han causado gran revuelo en el mundo artístico y cultural las rotundas expresiones de Fernando de Szyszlo uno de los artistas más emblemáticos del Perú. Decía él que: “Lo que se hace en este momento en materia de arte es decepcionante”… “El arte que se produce ahora, se ha perdido profundidad. Se ha vuelto todo Light. La novela, la pintura. Nada tiene peso. Eso se ha extendido a la vida humana. El amor ni el sexo tiene peso. Ahora el sexo es una gimnasia”

Fernando de Szyszlo
Desde luego han surgido muchas reacciones pero estas frases son la última parte de una larga serie de expresiones acerca de la decadencia del arte actual que se remontan por lo menos hasta la mitad del siglo XX y que denotan un síntoma percibido profundamente por los mismos artífices y el público.

Ya lo decía el gran pintor Dr. Serge Raynaud de la Ferrière en su obra “El Arte en la Nueva Era”: “Es obvio insistir sobre la decadencia del arte y la necesidad de retornar a su verdadero camino. La pérdida de la intelectualidad priva al ser humano de las relaciones con lo universal”. A su vez el compositor sinfónico Dr. David Juan Ferriz Olivares lo explicaba así: “Vemos una gran vertiente del arte contemporáneo gestionar o utilizar nuevos registros de elementos figurativos carentes de posibilidades: el abanico de propuestas estéticas al público es de tal manera minucioso que en la transición entre las dos eras – alrededor de 1948 y aun en la última década de 1960 a 1970 – ha sido cuando más se han producido nuevos códigos. El hombre que emerge frente al tal polifacetismo bombardeado por los medios masivos de comunicación que le exigen una aceptación instantánea, sin comprensión, sin despertar en él nuevas maneras de recibir, porque tampoco hay tiempo, pierde a veces la receptividad adecuada. Mientras el artista está creando y dentro de la experiencia de la ambientación busca la transformación artística, surgen a su alrededor esos factores que generan un pseudolenguaje artístico.”

Obra de arte Kitsch de Jeff Koons.
“Surge por ejemplo el llamado “arte” Kitsch (cursi), arte sin sentido, por su superficialidad, pues trabaja con los efectos de la obra de arte…El “arte” Kitsch, como competidor del artista, tiene grandes ventajas por su difusión constante y dirigida.”

“Otra forma es el llamado “arte” Kampf, lenguaje de formulaciones muy grandilocuentes y rimbombantes. Ni al Kampf ni al Kitsch les interesa llegar al fondo, no les interesa llegar al plano de revelaciones que toda obra artística suscita…una misma película para todos pero que no exige reflexión.”

“Como reacción surge el llamado “Happening”, un arte para la catarsis colectiva. El público participa con acción directa, descarga la violencia y la emoción, quiera o no quiera, como en la destrucción del automóvil entre el público, con hachas y herramientas habiendo al comienzo estupor y después catarsis colectiva hasta destruirlo por completo, ¡para luego exhibirlo como una plasmación artística!”

Obra IGLOO de Mario Merz. uno de los mayores
exponentes del Arte Povera. 
“Aparece el arte llamado “pobre” o “póvera”, que es la paradoja de aquellos artistas que no quieren hacer arte, ni objetos, ni cosas, ni ambientes, ni efectos que funcionen dentro de la creación artística.”

“Al Pop Art, señala Marta Traba, no le interesa la crítica, no hace teoría, no hace aclaraciones, deja a las cosas que ocurran y nada más presenta sus obras, en contraposición al arte europeo que está basado en lo racional teórico y busca los argumentos que lo fortifiquen..Además, los Pop tratan de usar a la gente como la sociedad misma los usa a ellos, cuestionando la época y recurriendo como artistas éticos a un simple afiche para desindividualizar un objeto.”

“El Pop inglés es más sutil, menos directo que el americano, con su humor unido a la colectividad que los genera, operando sobre las mismas cosas triviales que enfocan lo ridículo y grotesco de la sociedad que lo rodea. Así, tanto el Pop Art inglés como norteamericano son dos grandes fuerzas que han crecido vislumbrándose bajo una crítica, bajo una ironía. Por su lado, el arte estadounidense ha sido visto en algunas partes como una mezcla de espléndida barbarie, de inocencia y de cultura.”

“John Morley sugiere que la devaluación de los símbolos fue parte de un desplazamiento más general del clima intelectual, no sólo como resultado de los adelantos de la técnica sino por desprecio de una base de la vida humana: la

naturaleza interna.”

“Cuando reconocemos el papel del símbolo en la subjetivación podemos comprender las limitaciones de la ciencia y de la técnica que han eliminado el sentimiento, el deseo y la compasión, que son esencia tanto de la vida como del arte. Aún sin contrarrestar ese proceso de devaluación, algunos movimientos estéticos de fin de era, serían incapaces de aportar un nuevo equilibrio y seguridad, sin antes experimentar también ellos un profundo cambio espiritual.”

“Ezra Pound, quien ha ejercido influencia en James Joyce, Thomas S. Elliot, Percy Wyndham Lewis y en Ernst Hemingway, representa los últimos estratos del desconcierto del fin de la era de Piscis que se terminó en 1948, cuando dijo: “He alcanzado la edad de la duda… yo sé ahora que ya no sé nada. Me he convertido en un iletrado hombre de letras. Sólo estoy consciente de mi desconcertante incertidumbre”.

Esta cruda realidad antes descrita también nos la recuerda el gran filósofo José Ortega y Gasset (en su obra “La Deshumanización del Arte”) desde sus precedentes románticos del siglo XIX señalando la decadencia de la cual ya adolecía la literatura reducida a un simple realismo doméstico de la rutinaria condición humana. Dice él:

“Recuérdese cuál era el tema de la poesía en la centuria romántica. El poeta nos participaba lindamente sus emociones privadas de buen burgués; sus penas grandes y chicas, sus nostalgias, sus preocupaciones religiosas o políticas y, si era inglés, sus ensoñaciones tras de la pipa. Con unos u otros medios aspiraba a envolver en patetismo su existencia cotidiana.”

Y continúa: “Durante el siglo XIX los artistas han procedido demasiado impuramente. Reducían a un mínimum los elementos estrictamente estéticos y hacían consistir la obra, casi por entero, en la ficción de realidades humanas…todo el arte normal de la pasada centuria ha sido realista. Romanticismo y naturalismo, vistos desde la altura de hoy, se aproximan y descubren su común raíz realista. Productos de esta naturaleza sólo parcialmente son obras de arte, objetos artísticos. Para gozar de ellos basta con poseer sensibilidad humana y dejar que en uno repercuta las angustias y alegrías del prójimo. Se comprende, pues, que el arte del siglo XIX haya sido tan popular; está hecho para la masa indiferenciada en la proporción en que NO ES ARTE, SINO EXTRACTO DE VIDA. Recuérdese que en todas las épocas que han tenido dos tipos diferentes de arte, uno para minorías y otros para la mayoría, este último fue siempre realista.”

“Aunque sea imposible un arte puro, no hay duda de que cabe una tendencia a la purificación del arte. Esta tendencia llevará a una eliminación progresiva de los elementos humanos, demasiado humanos, que dominaban en la producción romántica y naturalista.”

Esto último también es brillantemente sintetizado por el Maestre Serge Raynaud de la Ferrière en su obra el Arte en la Nueva Era: “Debo confesar, sin embargo, que en toda la literatura no encuentro sino muy poco de lo que verdaderamente busco en el arte en general, es decir, esa aspiración al gran problema, a la única finalidad verdadera en todo: el gran misterio que queda siempre y en todas partes.”

“La palabra o la escritura fueron siempre un ejemplo espléndido, evidentemente, para la expresión del pensamiento humano, con la enorme extensión de su posibilidad; DESAFORTUNADAMENTE ESTAMOS SOLAMENTE EN LA PALABRERÍA Y YA NO ES EL VERBO.”

Ante esta realidad este último autor sintetiza las mejores salidas o soluciones para volver al Arte a su verdadero camino y revalorización en su justo sitial como parte del Saber y el consecuente aporte positivo al mejoramiento integral de la humanidad. Propone él que:

“El Arte hace muchísimo tiempo ha perdido su carácter sagrado (deberíamos decir su carácter sacro) y ya es tiempo de que los artistas vuelvan a su misión verdadera, ofreciendo a los profanos, elementos, no solamente susceptibles a los sentidos físicos, sino también manifestaciones de síntesis, abriendo el camino a las cualidades espirituales”.

“El Arte, perdido en un caos de ideas, debe recuperar el sentido que lleva en su esencia, dar el mensaje que penetre a lo más profundo del Ser para identificarse con el universo”.

En ese sentido nos explica su exégeta e ideólogo el compositor sinfónico Dr. David Juan Ferriz Olivares:

“A este respecto es muy interesante hacer notar que “El Arte en la Nueva Era”, fue la obra cuya complementación de texto inició durante su retiro en los países de Europa, en la cual denota el Maestre Dr. Raynaud de la Ferriere una conceptualidad muy diferente. Es el libro que además de ser para los artistas, planea conceptos de revelación de misterios mayores que han de ser vivenciados en la Nueva Era por los creadores, por los iniciados y por los pueblos, puesto que el Maestre los da para que sean expuestos y establecidos por el poder instaurador del Arte. Por cierto que en dicho texto expresa que “si los artistas pudieran volver al género de operaciones” que describe en esa obra, “esto sería una Verdadera Misión para dar así al mundo un objeto de concentración en el cual cada uno podría encontrar una iluminación. Los primeros en ser educados serán, por cierto, los artistas mismos, “misioneros”, que luego serán mensajeros, como los sacerdotes de un alto conocimiento aliado al saber para el beneficio de la humanidad que entonces comprenderá la vía a seguir y tomará poco a poco la dirección de la nueva sabiduría”.

En fin estos artistas concluyen que: “El arte tiene el poder de la instauración y constituye una fuerza y potencialidad del Saber de la Nueva Era…El principal, objetivo que ha de presentar es el descubrimiento del hombre trascendental en su marcha evolutiva hacia la Unión con el Gran Todo”.

“Al final de todo queda como lo más importante, la Misión del Arte unida a la Misión de los Artistas, SU MISIÓN EDUCADORA PARA LA AUTOREALIZACIÓN DEL HOMBRE y lo que promueve su mensaje, en cuanto tiene de único e irreparable para SU ACCIÓN IMPRESCINDIBLE EN LA TRANSMISIÓN Y EN LA VIGENCIA DE LA SABIDURÍA ETERNAL”.


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