09 diciembre, 2012

La Habana. En su momento lucrativo el mercado de obras de arte puede convertirse en un bumerán debido sobre todo a las dificultades de esas transacciones y la persecución policial.Pese a la crisis financiera mundial, aparecen compradores de arte, tanto de obras contemporáneas como de viejos maestros, que las adquieren en subasta mediante elevadas sumas de dinero.

Para algunos compradores, el arte es un activo siempre presente; los expertos recuerdan que uno de los primeros fondos de este tipo apareció en París, Francia, en 1910, cuando un grupo de amantes de las buenas obras invirtió 750 francos, suma ínfima, en la adquisición de piezas de Picasso y Matisse.

Esas mismas obras las venderían 10 años más tarde por 100 mil francos, operación que motivó la idea de la rentabilidad del arte como un negocio.

Entre los ejemplos recientes: el guitarrista Eric Clapton vendió una pintura del artista alemán Gerhard Richter por 30 millones de dólares, 10 veces más que lo pagado por ella.

Solo en 2011, el comercio de obras de arte alcanzó los 60 mil millones de dólares, una parte en subastas y la otra en ventas privadas.

DE ROBOS Y VENTAS 

A este mercado se agregan los robos, organizados por personas u organizaciones criminales a razón de nueve de cada 10 ocasiones, que aunque emplean numerosos recursos y dinero en realizar la fechoría, luego se convierte en una calamidad el tratar de vender esas pinturas.

Hay que tener en cuenta las técnicas empleadas, elementos indispensables para seguir las pistas, como es el caso de los impresionistas, quienes emplearon pigmentos en aceite, muy novedoso para su momento.
 

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