El pintor se encuentra con el investigador Francisco Ayala en la UIMP de Santander y hablan de arte y ciencia y de la crisis en la que está sumida la sociedad.
EL PAIS.- “La ciencia es la que nos va a salvar, si no lo impide el dinero”. El que habla es el pintor Antonio López, situado, moderadora de por medio, al lado del biólogo y Francisco Ayala, en la sala Paraninfo de laUniversidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander. El artista, premio Príncipe de Asturias de las Artes, y el investigador, reconocido con el galardón Templeton, han sentado esta mañana al arte y a la ciencia en la misma mesa para debatir su papel en la crisis en el encuentro Economía creativa y el valor de las ideas. López tiene claro cuál es nuestra esperanza. Sostiene que si dejamos que los científicos nos cojan de la mano, “y no los políticos ni los banqueros”, podremos salir del agujero. En cambio, opina que el arte ha tocado fondo: “Está en manos del dinero y tiene todos los fallos de una sociedad prepotente y caprichosa que ha perdido el norte”.
El artista quiere creer que la ciencia no está manipulada, como en su opinión sí lo está el arte. “Quiero pensar que la ciencia avanza para mejorar el camino del hombre”. Según su visión, la función del arte es “acompañar” al ser humano hacia su destino, no cambiarlo; mientras que la ciencia sí tiene esa capacidad. “El hombre piensa que puede mejorar su técnica artística, pero no es así, no ha ganado con el tiempo, solo ha evolucionado”. ¿Y por qué piensa el maestro que no se puede mejorar? Pues porque el arte no es más que el reflejo del alma de las personas y el alma humana no es mejorable, siempre ha sido la misma, explica. Su misión, añade, no es más que contar lo que le está pasando al hombre, “decir la verdad”.
El pintor Antonio López (derecha), y el científico Francisco Ayala, en el encuentro 'Economía creativa y el valor de las ideas', en Santander. / ESTEBAN COBO (EFE) |
El investigador Francisco Ayala, que es un experto precisamente en la evolución del hombre, escucha atentamente las palabras del artista y se muestra de acuerdo en parte. Menciona concretamente una exposición que se inauguró esta semana en la capital cántabra sobre el arte en la época de Altamira para argumentar que los hombres que vivían hace miles de años utilizaban las mismas técnicas pictóricas que las modernas. Sin embargo, sí cree que el arte tiene una función: “transmitir un mensaje”.
Ayala pone de ejemplo el Guernica de Picasso. Cuenta que el 26 de abril de 1937 aviones nazis bombardearon esa localidad vasca matando casi al 25% de su población y cómo Picasso, “en un ataque de furia creativa”, hizo un esbozo completo del suceso en 12 días. “Está claro que ese cuadro trata de transmitir un mensaje: los horrores de la guerra, la inhumanidad de los humanos”. Al momento, la obra desaparece de la pantalla y su lugar lo ocupa el esquema de un ojo humano. Para el biólogo, ambas imágenes están relacionadas: “Si el ojo no sirviera para ver, no existiría. Si Picasso no hubiera tenido un propósito determinado su cuadro, tampoco existiría. Los dos son el resultado de procesos naturales”.
Firme en su convicción, López insiste en que la única función del arte es contar la verdad y, a veces, “no se sabe qué aporta esa verdad”. La ciencia equivale a racionalidad y resulta para él “la parte tranquilizadora de la vida, la que nos da estabilidad”, en cambio la que tiene que ver con el arte, con el mundo de la espiritualidad, con la irracionalidad, crea muchos conflictos.
“Si la vida nos lleva al abismo, el arte nos acompañará y será nuestro testigo”, dice el pintor y, aún así, su actitud no es pesimista sino, coherente con su visión, testimonial. Para él, la única posibilidad deRenacimiento para el ser humano es encontrar un buen motivo que nos una a todos, algo que, de momento, no cree que exista. Ve la ciencia como el elemento de luz dentro de un mundo de turbulencias: “Las emociones pueden ser destructivas y llevarte a lo más negro, pero la ciencia se mueve siempre en el campo del conocimiento activo y útil para la tribu”.
Por desgracia, ese campo del conocimiento necesita alimentarse. Ayala opina que la ciencia española tiene una “dignidad mundial considerable”, pero en los últimos tiempos está sufriendo una “hemorragia de científicos”. Está demostrado, cuenta el biólogo y cita varios estudios, que invertir en ciencia es “tremendamente productivo” y es algo que nuestro país “se está perdiendo”. Para él, invertir el 0,9% del PIB en investigación, una cifra que no llega a la mitad del promedio europeo, no es suficiente. Evoca el caso de uno de sus colegas españoles en el departamento de la Universidad de California en Irvine. Cuenta que recibió la educación primaria, la secundaria y parte de la universitaria en España, pero cuando estuvo en edad de rendir, no encontró ningún puesto en su país natal y tuvo que emigrar a Estados Unidos. “Es una tragedia para España. Tiene que invertir más para conservar a sus científicos.”
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