14 marzo, 2013

Al fingir su propio fallecimiento, un artista español ha puesto en evidencia una de las grandes verdades de nuestro tiempo: una vez entras a Facebook no hay salida. Ni siquiera con la muerte.

Omar Jerez, artista español.
 Foto: Cortesía de Ehrior Sanabria
Debo confesar que jamás he leído un artículo sobre tecnología pero este no es uno de ellos. Esto va mucho más lejos. El pasado 13 de abril del 2012 Omar Jerez, un artista español, fingió su muerte. Un amigo suyo lo anunció en Facebook (FB). Ese fue el modo por el cual yo me enteré. En aquel momento, todavía no sabía que ese cabrón lo había organizado todo, bajo pena de perjurio, pero antes de que su madre se enterara, en la red cientos de usuarios ya lo sabían.

Pero esto no se trata de Facebook sino de morir en él. ¿Se puede morir en Facebook? ¿Cómo sucede? Cuando damos de baja una cuenta ésta sigue activa pero no visible. Es imposible escapar, es imposible desaparecer de FB. Cuando creamos una cuenta, paso previo al anterior, no leemos la letra pequeña. En el caso de FB, es difícil encontrarla, y si uno la encuentra, los cientos de términos que se anuncian le obligan a suscribir cada uno de ellos. Se debe firmar sin estar de acuerdo, si no, la cuenta no se crea.

Omar Jerez, al fingir su muerte, además de perder unos cuantos amigos ha demostrado la naturaleza de Facebook. Ha manifestado el absoluto dominio que esta red social ejerce sobre nosotros. Una vez que entras, no puedes salir. ‘Llevo tiempo observando que Facebook es la nueva anfetamina moderna que mata la realidad para crear estados de ficción y disimular nuestras miserias’, afirmó Jerez escondido en su casa.

En el caso de un fallecimiento, alguien debe notificar a FB el nombre y apellido del difunto, propietario de la cuenta, su fecha de nacimiento y el correo electrónico que usaba para conectarse. Además de esos datos, FB pide la contraseña del fallecido y un certificado de defunción. Si se les facilita toda esta información, suponiendo que exista alguien que la tenga, el equipo administrativo comprobará los datos y la relación que lo unía con la persona que lo notifica y procederá a dar la muerte virtual de la página. No obstante, si la naturaleza de las contraseñas es secreta, al menos las que yo utilizo, parece difícil facilitar estas notificaciones a FB.

INFLEXIÓN POST MORTEM 

Tras la masacre de la Universidad Tecnológica de Virginia (EEUU) ocurrida en 2007 en la que murieron 32 personas y otras 30 resultaron heridas debido a los disparos indiscriminados de un psicópata muy alterado, la política de FB cambió. La masacre de Virginia es considerada como el peor incidente de violencia escolar en la historia estadounidense. Facebook se planteó qué hacer con todos aquellos fallecidos que a su vez tenían perfiles en la red. Se les ocurrió una idea. El caso es que cuando alguien muere, sigue existiendo en esta red.

FB ofrece un servicio libre de costos, —qué considerados, gracias—, por el cual el perfil del difunto se convierte en una esquela virtual. Una especie de altar budista sin velas, pero con mensajes. De eso se trata, de incentivar la retroalimentación. Con el usuario ya muerto esa retroalimentación no existe. La versión oficial de FB es que esa página sirve para que los amigos del usuario sigan acudiendo a su perfil, sigan escribiéndole, sigan en contacto con él. Resulta desconcertante.

La iniciativa de Omar Jerez ha impresionado. Ha despertado duras críticas por su osadía. Para empezar, lo ha llevado al extremo, como siempre ha hecho, y ha experimentado las consecuencias con su propio ser. Fingir la muerte, algo que hizo Marlon Brando o el escritor Ken Kesey es muy atrevido. ‘Mi muerte ha puesto de manifiesto que mi entorno mas cercano nunca ha pasado por los soportes de Facebook, son los únicos que realmente han llegado a investigar si mi salida de esta vida era verdad o formaba parte de una broma macabra’, planteó Jerez.

MODERNIDAD LIQUIDA

Zygmunt Bauman es el filósofo de moda aunque nació en 1925. Al escribir sobre el performance de Omar Jerez no he podido olvidarlo, como sí he hecho con otros. Una de las obras de Bauman, Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias habla sobre la producción de ‘residuos humanos’, concretamente, de las poblaciones superfluas de emigrantes, refugiados y demás parias, como una consecuencia inevitable de la modernización.

Otra consecuencia de la modernización —y partiendo de ese concepto tan atractivo como lo es parias— es la transposición de estos refugiados superfluos a una esfera virtual. Una mayoría de los millones de usuarios de FB, cerca de 900, se crea una identidad ficticia y virtual y no se despega de la pantalla.

FB es una herramienta social que comunica y se comunica a través de ella. Sin embargo, uno de los mayores impactos es la permanencia individual alejada de la comunidad. La ‘muerte’ física social se retroalimenta en la red mediante numerosas publicaciones y frases que pretenden ser sustanciales y genuinas. Nada más lejos. ‘Me he sometido a un periodo de prueba durante bastante tiempo siendo uno de los millones de usuarios de Facebook, y te puedo decir que me ha generado una ansiedad constante por mirar quién me escribe, a cuántas personas les gusta mi última entrada y sobre todo una lucha titánica con mis casi 800 amigos por ver quién es más ingenioso’, explica Jerez.

‘Tener cuidado con Facebook’, dijo Obama. Jerez va más allá. ‘Es una secta mundial que reúne a todos sin distinción, jamás una religión monoteísta ha conseguido tantos creyentes tan diversos como es Facebook’, señala. Yo, termino de escribir pero no de creer. FB se extiende mientras nosotros nos alejamos. No tenemos nada que decir, nada que decirnos.

Fuente: EHRIOR SANABRIA

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