05 marzo, 2012

       
           "En estos momentos América Latina está supliendo artistas al mercado, pero no está legitimando valores propios". 
                        
        Mari Carmen Ramírez es una apasionada por su trabajo. Alta, delgada, de cabello corto y mirada intensa, habla con entusiasmo y rigor de su labor como curadora de arte latinoamericano. Es, quizás, la curadora más importante de la región en la actualidad.

     Se ha empeñado en proyectar la creación latinoamericana y en librarla de los estereotipos que la rodean, como aquel que usa a Frida Kahlo como emblema de los países del continente, que en varias oportunidades ha señalado como absurdo, como un fenómeno que ha oscurecido el arte de la región.

      Ramírez, además de ser curadora del Museo de Bellas Artes de Houston, dirige el Centro Internacional para las Artes de las Américas, que se encarga de investigar y promocionar el arte latinoamericano en Estados Unidos. El centro se fundó en 2001. "En ese momento simplemente íbamos a organizar conferencias, simposios, pero luego nos dimos cuenta de que el arte latinoamericano es todavía un campo emergente que no se ha consolidado plenamente; como campo de acción profesional o intelectual necesitaba un esfuerzo mucho más abarcador que simposios y seminarios", explica.


De allí nació la idea de hacer un archivo digital de arte latinoamericano, el más grande del mundo. Convocaron a por lo menos 35 curadores, historiadores del arte y otros especialistas para debatir cuál sería el proyecto a desarrollar. "Era necesario tratar de preservar y promover el legado intelectual de los artistas latinoamericanos, es decir, los archivos, la memoria de las obras, de los debates, de las polémicas que se han suscitado en la prensa, los distintos manifiestos, los testimonios, todo ese aspecto de la historia del arte latinoamericano que estaba a punto de perderse, en muchos casos porque en varios de los países de la región la infraestructura de los archivos no cuenta con recursos para realizar esa labor. Decidimos que queríamos hacer algo para intervenir y colaborar con la preservación del legado intelectual", indica la curadora puertorriqueña.

A través de investigadores identificaron el material que les interesaba, que se digitalizó y pasó por el proceso de catalogación, resumen, anotaciones y construcción del perfil de los textos. Los Documentos del Siglo XX de Arte Latinoamericano y de Origen Latino en Estados Unidos están disponibles en la web para cualquier persona sin costo alguno. "En los últimos 10 años especialistas que han trabajado desde 16 ciudades de América Latina y de Estados Unidos han recopilado más de 10.000 documentos".

−−Ha trabajado para cambiar la visión pintoresca o exótica que se tiene del arte latinoamericano, ¿cree que se ha transformado esa forma de ver el arte de la región? −−En estos momentos, después de muchas batallas, el campo del arte latinoamericano se ha expandido considerablemente. Son muy pocos quienes, por lo menos en el mundo del arte, ven el arte latinoamericano exclusivamente en términos de los estereotipos que hemos denunciado tanto. Considero que hay una visión mucho más abarcadora del arte latinoamericano, que se entiende que existen otros movimientos importantes.

Pero no podemos cantar victoria, porque todavía en algunos círculos persisten los estereotipos y siguen siendo avalados por el mercado.

Eso hace que por más que nosotros insistamos en que hay otros artistas, en que hay otros movimientos, en que hay otras manifestaciones artísticas que son mucho más importantes que, por ejemplo, Frida Kahlo, exista un sector del mercado que sigue promocionando esos valores. No podemos cejar en el esfuerzo de denunciar esa visión tan reductiva del arte latinoamericano.

−−¿Cómo se puede cambiar el circuito de arte contemporáneo mundial, que parece ser controlado por una minoría? −−Hay que educar a la gente sobre la historia del arte latinoamericano, sobre quiénes son los artistas que se han abierto paso y que han sido pioneros no solamente del arte latinoamericano, sino también del mundial. Si bien hay una mayor circulación del arte latinoamericano, no nos podemos confundir, porque esa mayor circulación no implica que los problemas de base de éste, que tienen que ver con una subordinación de América Latina al eje de poder de Europa y Estados Unidos, se hayan resuelto.

En estos momentos América Latina está supliendo artistas al mercado, pero no está legitimando valores propios.

Hasta que esa situación no cambie, no podemos cantar victoria ni decir que el arte latinoamericano realmente ha sido aceptado en el mundo. Lo que sucede es que, si bien todos los artistas circulan, exponen y son considerados en otros lugares, todavía la historia del arte mundial no reconoce a los creadores latinoamericanos en su justa medida. Aún no se acepta que los artistas latinoamericanos fueron capaces de generar teorías ni valores artísticos y que fueron tan importantes, en algunos casos, como su contrapartida europea o norteamericana.

−−¿Esa subordinación de la que habla incide en el hecho de que en Latinoamérica no exista una plataforma institucional que proyecte a los artistas? ­Exactamente. El problema principal que afronta América Latina es que no existen instituciones. El problema no es la circulación del arte, ni las ferias ni el mercado. Todos esos factores están funcionando y lo vemos precisamente en la expansión de los circuitos. Pero esa subordinación a la cual estamos sometidos no se va a resolver hasta que los países no inviertan en instituciones que sean serias, profesionales, con presupuestos adecuados para promover y difundir a sus propios artistas. En ese escenario, las instituciones del Norte acaparan a los artistas, se llevan las obras y construyen sus propias representaciones del arte latinoamericano. Y las representaciones de ese arte a nivel regional no circulan porque no hay canales que permitan la promoción de esas versiones.

−−La figura de críticos como Romero Brest y Marta Traba caducó, y la del curador ha tomado mucha fuerza. Por un lado eso ha sido positivo, pero por el otro se han cuestionado las posturas de los curadores y ciertas prácticas. ¿Cuál debe ser el papel del curador? ¿Hay que rescatar la labor del crítico de arte pero con otra visión? −−No sé hasta qué punto esa figura puede ser resucitada, porque el mundo ha cambiado. Desde los años setenta y ochenta hemos vivido un proceso de relativización del conocimiento, en el que ese tipo de "decano de la crítica" y todas las metanarrativas, todos los juicios absolutos en cada una de las ramas del saber, han desaparecido. El curador está vinculado con todo el fenómeno de mercado.

En el fondo, es quien establece la intermediación entre el artista, las instituciones, los patrocinantes y las galerías.

El curador se puede entender como un intermediario, como un broker, y en ese sentido hay muchas cosas que se le pueden criticar, porque puede distorsionar lo que sería su labor fundamental. Sin embargo, creo que lo que ha sucedido es que el curador, por esa flexibilidad que tiene para moverse en cada uno de los campos de acción, se ha potenciado como una figura del intelectual crítico. Los buenos curadores son intelectuales críticos que pueden actuar en una esfera pública con mucha más eficacia que el intelectual que está en la universidad, restringido a una torre de marfil, o que un galerista, que se mueve exclusivamente en el mundo del mercado. Hoy no se puede establecer una diferenciación tajante entre el mundo de los valores del arte, el del mercado, el de las galerías o el de las ferias; todo está interrelacionado. El curador negocia cada uno de esos aspectos pero siempre con una ética, con una perspectiva crítica, que está encaminada a valorizar el arte, a valorizar la labor del artista.


DIAJANIDA HERNÁNDEZ
DIHERNADEZ@EL−NACIONAL.COM
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