10 junio, 2011


       He comenzado a tener cierta necesidad de complacer tus exigencias pasajeras, quizás por imaginar que puede haber en ti  algún deseo de reciprocidad y pueda yo saciar las mías.
       Imaginarme como una cosa, o algún objeto al que solo pretendes poseer para explotarlo a tal extremo. Y excederte con cada poro de unas murallas erguidas y resbalosas que protegen tu severa y antipática boca.
       Y con la enorme carencia de verdaderos argumentos para justificar tales antojos, aguardas sigilosa a la expectativa de cualquier error que cometa para frenarme con tus soplos.
       Y divago entre miradas, acciones e ideas, entre el palpito de tu taconear riguroso y concreto como tambores redoblantes, víctimas de las ondas que atraviesan mis oídos y que anuncian un desfile de guerra, ceremonia de batalla, una circunstancia violenta, proyectada como si brotara de tus retinas y se sumergiera en mis vellos.
        Y mis lunares molestos parecieran ser huellas de aquel estruendo, de aquellas suelas. Impregnadas, marcadas, hundidas  superficialmente sobre mi holgado cuerpo.

08 mayo, 2011


     
    Un rostro agraciado puede inaugurar un brote de sensaciones, pero nunca dominaremos  mas allá del instinto sustancial de poder llegar a comprender lo que esconde aquella imagen. Muchas veces es sintonía, es señal franca, directa y expandida que captamos a través de nuestros ojos, ventanas casi impenetrables y selectas a la hora de permitir cualquier entrada.
                                                       
     El milagro surge entonces, solo cuando por inercia del destino confluyen las palabras, verbalizaciones un poco desinfladas de lo que cada orificio de nuestro rostro puede atesorar dentro de él.
                                                      
     Y los que no preguntan, esos que se conforman solo con el superficial anuncio que difundimos, y que sin algún tipo de membrana delicada filtran y lo consumen, aprobando con sus certidumbres una postura torpe y estéril de lo que somos realmente. Dejándonos ambiciosos y a la expectativa de la aparición de alguien que nos logre revelar.
                                                                  
    Y escondemos cualquier sugerencia de algún desengaño, de algún dolor, de alguna piedra que esté ensartada como daga sobre nuestra sien y que parezca que pueda llegar nadando por torrentes hasta nuestro torso. Anhelando no ser inmolado por aquella demora, mientras esta espina insípida  alimenta solo porciones ajenas y contradictorias a nuestras convicciones.
  
     Estas líneas que se dibujan sobre mi piel producto de un cautín enardecido, que imprime su calor y repuja las vetas de cada instante redundante y perdido de mis circunstancias.
     La temperatura puede encorvar y plegar hasta el material más sólido del universo, es una propiedad de la existencia, una propiedad que puede ser manipulada, como lo hacen hoy cada instante, cada coyuntura conmigo.
    Un volcán estalla además por presión, sus secreciones densas se liberan. Reacciones que desencadenan el furor de cada partícula de la masa, hacinada y estimulada hasta surgir con velocidad y fuerza en contra de cualquier fundamento o ley de este planeta.
   Esa misma furia que se esparce sobre mi corteza hace advertirnos del lado antagónico y más real de nuestra percepción, nada reside sin su opuesto, nuestra vida es un constante conflicto donde no podemos darnos por vencidos y donde nunca triunfamos.
   Y no somos uno, somos todos a la vez. Nano-especímenes en un mundo macro, en una tribuna general, amplia, engranados a través de filamentos delgados que están en constante flujo, que se calientan, se aceleran y permanecen estáticos a su vez.
   El último trazo de algo parecido a una mano, o quizás son raíces orgánicas que brotaron de la tierra y ahora forman parte del aire, con uñas de astilla, y en su dermis, orugas flameantes que se encierran en grietas lubricadas con sabia de lava.


07 mayo, 2011



       Podrían haber sido días, semanas, meses, o tan solo pocas horas, intervalos de aquella confluencia.
       Y como sentencia mía, dictaminando inquietudes de guardar testimonio y darle trascendencia a aquel encuentro, de otorgarle valor material y verbal a esos sentimientos, apunto, estas comprimidas letras.
      Un cubo de polímero, rígido pero tan dúctil y transigente, mecánico, en movimiento, esparciendo energía cinética a cada milímetro de su transcurso, es testigo afónico, reservado, de cada carácter diminuto y simbólico que condensa cada gesto o mueca, de aquel instante mayúsculo, que pretendo medir con cartillas abstractas.
      Sientes un vacio colmado, un complacido saboteo,  el singular ultraje que no te aflige, eso a lo que te aferrabas y aprisionabas como a un tesoro, que estimabas y mitificabas como el bien más preciado, aquello que solo un timador discreto, autorizado además, supo usurpar.
     Y tal vez sea solo un manifestante, o un informante, trovador gerente,  partícipe de aquel despojo, donde los desperdicios se volvieron sustento, alimento para el ensueño, donde cada imagen que se presentaba, no como collage, sino tímida, pero precisa, ocupanba su tiempo y espacio, acompañada de un hocico, encargado de absolver el aire coagulado por los movimientos imprecisos del ajetreo y la conmoción.
    Y quedando sueltos, cedidos y afanados, cada cuerpo, con sus pechos vibrando, agitados, victimas del desespero y la necesidad, aquella, engendrada por miradas de deseos, por desato de aquel nudo que sujeta los complejos y la cobardía, la misma necesidad o exigencia que surge justo cuando derrumbamos la custodia de nuestra polaridad, y aceptamos la dualidad, para tocar el abismo y entender la perversidad.

06 mayo, 2011



¿Serán estas noches las que me instigan a escribir?
Ha de servir para algo la frustración ¿no?. Debe ser por ella esta necesidad,
 o simplemente soy un obrero de lo que cada una de estas horas hacen de mi… justo donde el prójimo une sus pestañas con el adherente regocijo de haber sido ayudado.
Y no es una, son muchas.  Son, entre todas, una cifra suspendida que las eleva matemáticamente al infinito. Haciéndome vivir en un suspenso donde mi absorto pensar construye una escena de acción, y soy yo el enemigo acérrimo de cada desdichada e indolente noche.
Sutiles dicen ser estas palabras. En qué momento dejaron de ser proyecciones mías y se volvieron forasteras, no lo sé…
Ahora ejercen presión en sus mandatos, coaccionan dando instrucciones a mis manos. Mis desengaños son la excusa perfecta para su campaña destructiva, donde juegan a la extorsión sin nunca llegar a martirizarme, pues advierten que soy yo el andamio de huesos que sustenta su torreón de resguardo.
Y aquel insecto semejante a mí choca la ventana cristalina de un cajón hermético, utensilio, requisito ademas de los sueños del hombre que entre utopías logró concebirlo. Con el fin ultimo de apresurar las distancias. Y tras embestir miles de veces tratando de escabullirse de ese calabozo, decide darse por vencido y echar su destino al azar.
Surgió esa necesidad de aguardar, esa manifestación milagrosa de paciencia obligada, último ingenio a nuestras frustraciones donde ya la posibilidad de ser capaces de decretar nuestro fin ha sido estropeado por ajenos. Mediadores de nuestra calamidad y de toda nuestra adversidad.


01 mayo, 2011

            Debajo de mi... tu pelvis parece liberarse del cuerpo y ser autónoma en su accionar. Ni en tiempos de guerra hubo tanto ajetreo que pudiera significar alguna gloria. Tu mirada yace perdida, aislada en algún mundo purgando sus penas, producto de tan maravillosa satisfacción.
             De pronto, repentinamente, se manifiesta aquello que se predecía. Y tus ojos dan vuelta buscando el Angulo perfecto para reposar y atentar en mi contra. Usando el arma más poderosa que ningún calibre haya podido jamás igualar, acechas mi piedad, mis ojos se clavan en ti como cual hombre apetecido de descubrir el castigo más sutil de tan malévolo placer.
             Ni en libros pudo haberse escrito tan descomunal escena donde la vileza y el regodeo formaron un solo molde para cosechar en su interior la mayor detonación que en nuestro mundo hayamos conocido.
            Encima de ti… mis brazos entran en tensión producto de soportar la fricción de una de tus caderas; pervertida, enajenada y disociada de la otra, hacen el esfuerzo por desertarle a tus complejos revelándose y fugándose con sus antojos a cuesta. Podría yo detenerle pero estos brazos, soldados de mis deseos, no escatiman en proseguir sus ordenes, y con gestos de lealtad depravada ceden a los caprichos de este acto.
           Saciados… solo el sonido pulcro de un trueno intenta romper el estado de contemplación donde nuestra masa sucumbida ante el ascenso de nuestras entrañas, se amalgama formando tan solo una pieza más de este perímetro conductor del proceso breve de salvación. y es que no podamos evitarlo aunque sabemos que tan pronto descendamos, será esta escena, la prueba concreta para hacernos cumplir nuestra deseada condena.

30 marzo, 2011

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